Del 1 al 7 de agosto, Semana Mundial de la Lactancia Materna: importancia, desafíos y redes de apoyo

Del 1 al 7 de agosto se conmemora la Semana Mundial de la Lactancia Materna. En este artículo exploramos su importancia, los beneficios para la salud mental, los desafíos laborales y sociales, y el valor de las redes de apoyo para las madres.

Lactancia materna: un gesto de cuidado que trasciende lo biológico

Cada año, del 1 al 7 de agosto, se conmemora la Semana Mundial de la Lactancia Materna. Es una oportunidad para detenernos a pensar en una práctica profundamente humana, que muchas veces es naturalizada, exigida o invisibilizada sin que se reconozcan sus múltiples dimensiones.

La lactancia materna, o el acto de amamantar, no solo es una fuente esencial de nutrientes y defensas para el bebé; también es un acto de vínculo, encuentro y cuidado mutuo. Un momento que construye la relación entre madre e hijo/a desde el contacto, la mirada, la entrega y la disponibilidad emocional.

El impacto en la salud mental de la madre… y en el psiquismo del bebé

Amamantar tiene efectos beneficiosos sobre la salud mental materna. Durante el periodo de lactancia, el cuerpo produce oxitocina, una hormona asociada al bienestar, al descanso y a la disminución del estrés. Numerosos estudios muestran que puede contribuir a reducir los síntomas de ansiedad y prevenir la depresión postparto (Dennis, 2002).

Sin embargo, estos beneficios no se dan en un vacío. La experiencia de la alimentación al pecho está atravesada por el contexto emocional, social y material de cada mujer. Cuando hay cansancio extremo, falta de información, presión social o ausencia de apoyo, la lactancia puede convertirse en una fuente de angustia más que de placer.

Ahora bien, la lactancia también cumple un rol psíquico fundamental en el desarrollo del bebé. No se trata solo de alimentarlo, sino de sostenerlo emocionalmente. A través del contacto piel a piel, la mirada, el tono de voz y la disponibilidad afectiva de quien amamanta, el bebé va construyendo una primera experiencia de mundo, donde sentirse contenido, reconocido y amado.

Es en ese espacio íntimo donde se empieza a formar la confianza básica, el registro de la calma, el ritmo del cuerpo del otro. La lactancia se vuelve entonces un primer lenguaje relacional, donde el bebé no solo sacia el hambre, sino que comienza a experimentar lo que es ser alojado psíquica y afectivamente.

Estas primeras vivencias dejan huellas en la subjetividad, moldeando no solo el vínculo con la figura de apego, sino también la manera en que el/la bebé se va posicionando frente a sí mismo/a y al entorno. Por eso, es clave no romantizar la lactancia, pero sí reconocer su enorme valor como escenario fundante del vínculo temprano.

Exigencias y obstáculos invisibles

Muchas mujeres sienten que “deberían” poder amamantar sin dificultad, sin interrupciones, sin quejas. Pero la realidad es otra. Dolor, grietas, incertidumbre, dudas sobre si “alcanza” la leche, mandatos sociales que pesan sobre el cuerpo y las decisiones. A esto se suman condiciones sociales que no siempre contemplan ni respetan este proceso como lo que es: una etapa compleja y profundamente humana.

La falta de información confiable y el juicio externo —a veces incluso desde el entorno más cercano— generan un escenario hostil para muchas madres, que se enfrentan a sus propias emociones en soledad.

¿Qué lugar tiene la lactancia en el mundo del trabajo?

Uno de los desafíos menos visibilizados de la lactancia materna aparece cuando la madre debe reincorporarse al trabajo. Si bien existen entornos laborales que contemplan esta etapa con tiempos flexibles o espacios adecuados para amamantar o extraer leche, muchas veces estas condiciones no están garantizadas.

Para muchas mujeres, ser madres implica también ser madres que trabajan. Y eso abre una disyuntiva compleja: sostener una lactancia saludable mientras se responde a las exigencias del mundo laboral. Es decir, habitar al mismo tiempo el mundo del cuidado y el de la productividad.

¿Cómo se compatibiliza el tiempo corporal de la lactancia con los ritmos impuestos por el trabajo? ¿Qué apoyo real existe para que quienes eligen amamantar puedan hacerlo sin sentir que están fallando en alguno de sus roles?

En ese cruce, el cuerpo de la madre se convierte en sostén para el bebé, mientras encarna al mismo tiempo un cuerpo que debe producir, rendir y adaptarse a los tiempos del afuera.
Una tensión silenciosa, pero profundamente arraigada, que muchas veces se vive en soledad.

Estas exigencias, lejos de ser individuales, reflejan una deuda colectiva. Acompañar la lactancia también implica revisar cómo construimos entornos laborales que respeten los tiempos del cuidado, sin culpabilizar ni empujar a las madres a elegir entre dar el pecho o conservar su trabajo.

La importancia de las redes de apoyo

Frente a estos desafíos, el sostén emocional y práctico resulta clave. La lactancia no debería ser una tarea solitaria. Acompañar implica escuchar, contener, ofrecer tiempo, ayudar con las tareas del hogar, brindar información clara y sin imponer decisiones.

Por eso, es necesario seguir generando espacios donde las madres se sientan escuchadas, acompañadas y libres de presiones. Espacios donde puedan compartir dudas, emociones y experiencias sin miedo al juicio. Porque amamantar no siempre es fácil, y sostener la lactancia requiere más que voluntad: requiere contención, tiempo, información clara y una red que abrace.

Un compromiso colectivo, sin juicios ni idealizaciones

La lactancia materna es un derecho de las infancias, pero también de las mujeres, que merecen poder elegir sin presiones ni mandatos. No se trata de imponer un único modelo ni de juzgar a quienes no amamantan —por elección, por dificultad o por contexto— sino de garantizar que quienes sí desean hacerlo cuenten con el sostén necesario.

El cuidado no puede quedar reducido al ámbito íntimo o individual. Es imprescindible que existan condiciones reales, sensibles y sostenidas desde los equipos de salud, los espacios laborales y comunitarios, y también desde las decisiones que se toman a nivel social para facilitar estos procesos.

Acompañar la lactancia también es acompañar emocionalmente a quienes la transitan, habilitar la palabra, alojar la duda, respetar los tiempos y sostener sin presionar.

En esta Semana Mundial de la Lactancia Materna, te invito a reflexionar:
¿Estamos generando entornos donde se pueda amamantar con libertad?
¿Escuchamos lo que cada madre necesita?
¿Podemos corrernos del juicio para acompañar desde el cuidado?

Construir espacios que habiliten y sostengan la lactancia es parte de una apuesta más amplia: una sociedad que abrace, que cuide, que respete y que acompañe de manera real.

Bibliografía y Recursos

  • Dennis, C. L. (2002). Breastfeeding initiation and duration: a 1990-2000 literature review. Journal of Obstetric, Gynecologic, & Neonatal Nursing, 31(1), 12-32.
  • Organización Mundial de la Salud (OMS). (2020). Informe sobre lactancia materna. https://www.who.int/topics/breastfeeding
  • Feldman, R., Rosenthal, Z., & Eidelman, A. I. (2014). Maternal–neonatal bonding and infant regulatory abilities: The neurobiological basis of early social connection. Pediatrics, 133(1), e70-e78.
  • La Liga de la Leche: organización dedicada a la ayuda y apoyo a madres que amamantan. https://www.laleche.org.ar/
Foto del autor

Gabriela Maidana

Licenciada en Psicología

Artículo escrito y revisado por Gabriela Maidana | Licenciada en Psicología, Matrícula Profesional Nº 1089. Más 7 años de experiencia como psicóloga trabajando con adolescentes, adultos y familias desde un enfoque cognitivo-conductual y sistémico.

Dejá un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *