En el último tiempo, la baja en la natalidad ha empezado a ocupar espacio en medios y discusiones académicas. Pero esta tendencia, que suele analizarse desde variables demográficas o económicas, pocas veces se vincula con lo que sucede en la clínica o en los territorios. Desde allí, desde la escucha y el acompañamiento cotidiano, propongo abrir una reflexión que articule salud mental perinatal, sensibilidad social y la necesidad urgente de repensar las condiciones reales que permiten —o dificultan— el deseo de maternar o paternar.
Cuando el deseo no alcanza
En muchas de las demandas que recibimos como profesionales de la salud mental, especialmente en el campo perinatal, aparece una constante: hay deseo, pero no hay condiciones. El deseo de criar, de formar familia o de sostener vínculos afectivos profundos no ha desaparecido en su totalidad. Lo que muchas veces falta es un entorno que acompañe.
La decisión de postergar o directamente no tener hijos no puede pensarse únicamente en términos individuales. Está profundamente atravesada por un entramado social, económico y emocional que condiciona esa elección. En sectores más vulnerables, esto se vuelve aún más evidente: sin redes, sin ingresos estables, sin políticas públicas de apoyo, la crianza aparece como una carga insostenible más que como un proyecto vital posible.
La soledad como síntoma social
Uno de los factores que más impacta en la salud mental materna es la soledad. La ausencia de redes familiares o comunitarias, el debilitamiento de los lazos que validen el proceso de quien gesta y la falta de políticas que cuiden, no solo afectan a quienes ya están criando, sino también a quienes se preguntan si lo harán algún día.
La salud mental no es un compartimento estanco. No se trata de “estar bien” individualmente, sino de cómo nos sostenemos mutuamente, cómo se estructura el tiempo, el trabajo, el descanso y el cuidado. La baja natalidad, en este sentido, no es sólo un dato demográfico: es una señal. Un síntoma de que el sistema actual está expulsando la posibilidad de cuidar, y por ende, de reproducir la vida.
Algunos datos que interpelan
En Argentina, según datos del Registro Nacional de las Personas (RENAPER), la tasa de natalidad cayó más de un 30% entre 2014 y 2023. Si bien hay múltiples causas involucradas —como el acceso a métodos anticonceptivos o nuevas configuraciones familiares—, hay una dimensión silenciosa que se evidencia en los relatos clínicos y en el malestar social: el miedo a criar sin sostén, o sin un “ futuro predecible”.
Cantidad total de nacimientos en Argentina por año en base a datos de la BdDR.
2012-2021.

DEIS, Ministerio de Salud de la Nación.
Cuando criar se vuelve un acto heroico, cuando los recursos se agotan y las redes están rotas, muchas personas simplemente deciden no maternar o paternar. No porque no lo deseen, sino porque no encuentran un entorno que habilite esa decisión de manera saludable.
¿Qué mundo queremos construir?
Este artículo no busca promover la natalidad como política, sino invitar a pensar en qué condiciones sociales y emocionales queremos vivir. ¿Qué tipo de mundo estamos construyendo si criar es una tarea en la que pocos se siente acompañados? ¿Qué lugar ocupa el cuidado en nuestras agendas públicas, comunitarias y cotidianas?
Hablar de salud mental perinatal con enfoque de sensibilidad social es también preguntarnos cómo se piensan las políticas públicas, las redes comunitarias, el rol del Estado y la responsabilidad colectiva. Porque la crianza no puede ser una decisión solitaria. Necesitamos un entramado que sostenga.
La baja natalidad no es solo una elección: es una alerta sobre el mundo que no estamos sabiendo sostener.
- Registro Nacional de las Personas (RENAPER) – Informe 2023
- Ministerio de Salud de Argentina (2021). Guía de salud mental perinatal.
- Navarro, V. (2019). El cuidado en las políticas sociales: desafíos y perspectivas. Editorial XYZ.