Discapacidad, Salud Mental y Exclusión Estructural: cómo afecta cuando la red de apoyo falla

La exclusión estructural impacta directamente en la salud mental. ¿Qué pasa cuando el entorno no acompaña?. Una mirada crítica sobre discapacidad, redes de apoyo y la urgencia de políticas inclusivas y sostenibles.

La discapacidad no es el problema

La discapacidad no es el problema. Muchas veces, es la excusa para que ciertas estructuras muestren su violencia.

Cuando una escuela responde “no estamos preparados”, cuando una obra social demora meses en autorizar un tratamiento, o cuando una ciudad se vuelve intransitable para ciertos cuerpos, no se trata de un descuido. Es exclusión estructural. Y tiene consecuencias reales.

Lo estructural también lastima la subjetividad

Esa exclusión no es solo material. También cala hondo en la subjetividad. Se escucha en la clínica como ansiedad, retraimiento, inhibición del deseo o retraumatización. ¿Cómo no habría malestar cuando saberse no esperado se vuelve constante?

La salud mental no se sostiene únicamente con intervenciones clínicas. También depende del contexto: del acceso, del respeto, del reconocimiento. Sin eso, acompañar no alcanza.

Reconocer y alojar: claves para una vida habitable

Judith Butler plantea que una vida se vuelve habitable o inhabitable según el reconocimiento y el apoyo que recibe. Por eso, tratar síntomas sin considerar las condiciones que los generan es solo una parte del camino.

Acompañar no puede implicar solo una intervención técnica. Requiere revisar el contexto social, cuestionar los criterios de normalidad que excluyen y poner en valor la diferencia como parte de lo humano.

La red importa: no cualquiera, no a medias

La red de apoyo es clave. Pero no cualquier red. Necesita ser sólida, accesible, continua y articulada. Supone presupuesto, decisión política, formación profesional, trabajo interdisciplinario y participación activa de quienes viven con discapacidad.

Cuando esa red se debilita —por la ausencia del Estado, la fragmentación de políticas públicas, o la precarización de quienes trabajan en el área— no solo se interrumpe el acceso a tratamientos. Se resiente la vida misma: el deseo, la autonomía, la participación.

La discapacidad no está en el cuerpo, sino en la relación con el entorno

La Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad lo deja claro: la discapacidad no es una deficiencia individual, sino el resultado de la interacción con un entorno que no ofrece condiciones adecuadas.

No se trata de personas que “no pueden”, sino de sistemas que no permiten.

Hacer lugar no es un favor: es un derecho

Trabajar con discapacidad no implica corregir ni adaptar a un modelo normativo. Implica desarmar lo que excluye y hacer lugar: reconocer al otro como sujeto de deseo, de derecho, de palabra.

Y ese lugar no puede depender de la voluntad individual. No alcanza con abrir la puerta: hay que garantizar condiciones para que alguien esté, participe y decida.

La carga no puede recaer en pocos

La responsabilidad no puede recaer solo en familias, ni en quienes viven con discapacidad, ni en profesionales que acompañan. Cuando el acceso se vuelve un camino cuesta arriba, lleno de obstáculos burocráticos, vacíos legales o falta de recursos, no hay derecho real: hay desgaste.

El dilema de los profesionales comprometidos

Aquí también aparece otra fractura: profesionales formados, comprometidos, que sostienen día a día la práctica, enfrentan demoras, impagos o condiciones laborales que los agotan.

¿Es justo exigirles sostener una red que el Estado desatiende? ¿Cómo acompañar cuando el desgaste es estructural y las respuestas llegan tarde, o no llegan?

No todo es clínica: hay exclusión que no debe patologizarse

Mientras las redes institucionales, comunitarias y estatales sigan siendo débiles o fragmentadas, la exclusión estructural seguirá causando daños que no deben confundirse con “síntomas individuales”.

Porque lo que duele, muchas veces, no es la condición de discapacidad, sino un entorno que no se adapta, no escucha y no transforma.

Diferencia no es carencia

Discapacidad no es carencia, es diferencia. Y como señala Carlos Skliar, tolerar no es incluir. Incluir requiere algo mucho más profundo: repensar nuestras formas de convivir, de mirar, de alojar al otro sin querer moldearlo.

Lo que falla es el sistema. Pero también podemos transformarlo

Sostener la discapacidad en soledad no es una elección. Es una falla del sistema.
El acceso a lo esencial no debería depender de la fuerza, la insistencia o el agotamiento de unas pocas personas.
Una vida digna no debería depender de cuánto puede resistir una persona, sino de cuánto la comunidad puede sostener.

Pero donde el sistema falla, muchas veces emergen redes construidas desde abajo: espacios sostenidos con empatía, escucha y compromiso cotidiano. Porque la diferencia no divide cuando hay lugar para alojarla.

La inclusión no es un ideal: es una práctica

Construir una sociedad más accesible, más justa y más vivible para todas las personas no es tarea de unos pocos. Es una responsabilidad colectiva, pero también una oportunidad:

  • De construir vínculos más humanos
  • Instituciones más sensibles
  • Políticas más comprometidas

El cambio no es instantáneo, pero empieza cada vez que alguien elige hacer lugar. Cada vez que se garantiza un derecho, que se respeta un deseo, que se teje red —aunque sea pequeña— en lugar de indiferencia.

Porque la inclusión no es un discurso. Es una práctica cotidiana, imperfecta, pero posible. Y empieza, una y otra vez, en el modo en que miramos, escuchamos y nos vinculamos con el otro.

Referencias y Recursos

  • Judith Butler (2009). Marcos de guerra: Las vidas lloradas. Reflexiona sobre cómo ciertas vidas son reconocidas y otras desatendidas según el contexto social y político.
  • Irene Meler (2005). “Los géneros y sus fronteras”. Aportes desde el psicoanálisis y el género para pensar subjetividad y desigualdad.
  • Carlos Skliar (2005). ¿Y si el otro no estuviera allí?. Una invitación ética y poética a alojar la diferencia.
  • Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad (ONU, 2006). Documento clave para entender la discapacidad desde un enfoque de derechos. Leer online
Foto del autor

Gabriela Maidana

Licenciada en Psicología

Artículo escrito y revisado por Gabriela Maidana | Licenciada en Psicología, Matrícula Profesional Nº 1089. Más 7 años de experiencia como psicóloga trabajando con adolescentes, adultos y familias desde un enfoque cognitivo-conductual y sistémico.

Dejá un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *